martes, 6 de noviembre de 2007

Con el vestido de novia... ¿en la cartera?

Quien lo iba a decir. Mi amiga casi cuarentona, y a quien todos (sin excepción en la familia) calificaban de solterona eterna, está a pocas semanas de contraer matrimonio.

No se trata precisamente del príncipe azul, de la ternura personificada. Más bien es un tipo corriente, sin mucho futuro, quien supongo vislumbró un buen pasar, junto a alguien manejable de caracter, alguien que cual geisha se rinde a los pies del primero que le dice una palabra de cariño. Me parece que es un matrimonio motivado por la esperanza de salir pronto de la casa de sus padres, sueño que está lejos de ser una realidad, debido a muchos "pero" que tiene la vida.

Sin embargo ahí está ella. Sin mucha gracia (los años le han jugado malas pasadas), dejando atrás una relación tormentosa, con otro hombre de poco futuro. Sin embargo cumple su sueño. Ese de tener a alguien para siempre, alguien que quiere compartir su vida contigo, y sus días pasan rapídisimos entre los detalles del civil, de la cena, los invitados, los regalos, la iglesia, las flores, la fiesta, el vestido, el peinado, etc.

Y ahí entro yo. Que jamás me he proyectado con alguién más allá del día día. Yo, que después de ir y venir en un par de relaciones que nunca llegaron a algo, tengo un regalo del cielo. Un amor que me desloca, que me llena de pies a cabeza, que me hace feliz. Demasiado feliz.

Y estoy en la espera. Sueño con el día en que me pida matrimonio. Que seamos una pareja las 24 horas. Que podamos disfrutar igual como hemos logrado hacerlo en el tiempo que llevamos juntos. Sueño con los hijos (mínimo dos), con abrazarlos en mi pecho, con cuidarlos, educarlos, por desvivirme para que logren todos sus objetivos. Sueño con ser viejita al lado de ese hombre que amo tanto. Sueño con despedirlo de este mundo cuando llegue el momento, me alegra saber que sea él quien me despida de este mundo, cuando llegue mi hora.

Algunas cosas ya no podrían ser como me gustaría, pero hay tantas maneras de lograr esos objetivos, con igual belleza.

La envidia parece que es mi guía. Pero envidia de la sana. De los lindos momentos que se deben vivir, de los pesares que se hacen más llevaderos cuando se tiene un amor que apoya, que cobija.

Me asusta abrir la cartera en la calle, por miedo a que se caiga el vestido de novia que llevo dentro de ella. Nunca lo había notado, parece que recién he abierto los ojos.

... Más vale tarde que nunca...

Andrea Lake

2 comentarios:

markín dijo...

Es bueno estar en estado en que uno se siente completo.

Creo que para un hombre es más fácil que para una mujer..
En el hombre , creo, no es una búsqueda ni huida... tan fuerte como en la mujer.

Cuando uno tiene algo, teme perderlo... y mientras más proteges, más temes. Prueba a soltar, a ver si vuelve.

y así, suelto y suelto siempre... y se piensa que soy frío. que no siento.

Y están cerca tuyo, quienes deben de estar.

Chau.
pd. espero no haber sido abstracto.

markín dijo...

¿?