domingo, 16 de diciembre de 2007

Hijos

Y pregunté:

"y nosotros... ¿vamos a tener un hijo?"

Y el silencio breve, me pareció una eternidad... pero valió la pena

- Sí, - respondió él.

Y para no dejar pasar el tema, insistí:

"y ¿cuando?"

- ¿ahora?

"¿ ahora, a esta edad?, sí. Quiero. Dame una fecha".

- y ¿tengo que responderte ahora?

"Sí. Quiero saber si vas a quererlo o no".

- ¿te parecería esperar al 2009? para estar en mejores condiciones de traer un hijo al mundo...

"Me parece muy bien"...

Y desde hoy comienza la cuenta regresiva... porque un hijo es todo lo que he querido en la vida.

Estoy feliz... Tendré hijos con el hombre que amo... así de simple,

Andrea Lake

martes, 6 de noviembre de 2007

Con el vestido de novia... ¿en la cartera?

Quien lo iba a decir. Mi amiga casi cuarentona, y a quien todos (sin excepción en la familia) calificaban de solterona eterna, está a pocas semanas de contraer matrimonio.

No se trata precisamente del príncipe azul, de la ternura personificada. Más bien es un tipo corriente, sin mucho futuro, quien supongo vislumbró un buen pasar, junto a alguien manejable de caracter, alguien que cual geisha se rinde a los pies del primero que le dice una palabra de cariño. Me parece que es un matrimonio motivado por la esperanza de salir pronto de la casa de sus padres, sueño que está lejos de ser una realidad, debido a muchos "pero" que tiene la vida.

Sin embargo ahí está ella. Sin mucha gracia (los años le han jugado malas pasadas), dejando atrás una relación tormentosa, con otro hombre de poco futuro. Sin embargo cumple su sueño. Ese de tener a alguien para siempre, alguien que quiere compartir su vida contigo, y sus días pasan rapídisimos entre los detalles del civil, de la cena, los invitados, los regalos, la iglesia, las flores, la fiesta, el vestido, el peinado, etc.

Y ahí entro yo. Que jamás me he proyectado con alguién más allá del día día. Yo, que después de ir y venir en un par de relaciones que nunca llegaron a algo, tengo un regalo del cielo. Un amor que me desloca, que me llena de pies a cabeza, que me hace feliz. Demasiado feliz.

Y estoy en la espera. Sueño con el día en que me pida matrimonio. Que seamos una pareja las 24 horas. Que podamos disfrutar igual como hemos logrado hacerlo en el tiempo que llevamos juntos. Sueño con los hijos (mínimo dos), con abrazarlos en mi pecho, con cuidarlos, educarlos, por desvivirme para que logren todos sus objetivos. Sueño con ser viejita al lado de ese hombre que amo tanto. Sueño con despedirlo de este mundo cuando llegue el momento, me alegra saber que sea él quien me despida de este mundo, cuando llegue mi hora.

Algunas cosas ya no podrían ser como me gustaría, pero hay tantas maneras de lograr esos objetivos, con igual belleza.

La envidia parece que es mi guía. Pero envidia de la sana. De los lindos momentos que se deben vivir, de los pesares que se hacen más llevaderos cuando se tiene un amor que apoya, que cobija.

Me asusta abrir la cartera en la calle, por miedo a que se caiga el vestido de novia que llevo dentro de ella. Nunca lo había notado, parece que recién he abierto los ojos.

... Más vale tarde que nunca...

Andrea Lake

lunes, 15 de octubre de 2007

Tres por tres

Sentarme frente a mi notebook (ese que tanto me costó conseguir), e intentar escribir un poco de la vida, de eso que a todos nos ocurre, podría ser algo tedioso (considerando que trabajo nueve horas frente a una pantalla), pero me gusta registrar un minuto de libertad, y disfrutar mucho tiempo después de ese momento que siendo pasado, se mantiene presente.

Termina un fin de semana largo. Un fin de semana variado. Uno con "pack" incluído. Viernes en la noche, horas de amor en un lugar del centro con el hombre que ha cambiado mi vida, con el hombre que me hace feliz, que me hace reír. Con el mismo hombre que vino a reconstruir mi alma, a dar firmeza a mis sentimientos. Con el hombre que amo conscientemente las veinticuatro horas.

Sábado frío, en el otro extremo de Santiago, dando rienda suelta a la comida y la bebida, a la conversacion, y más temprano que tarde, rindiéndome al cansancio... durmiendo a pata suelta al lado de ese hombre que es mi complemento, ocupándo un lado de la cama (que no me corresponde), interrumpiendo su sueño con mis movimientos, con mis balbuceos, con mis abrazos apretados cuando despierto y me siento lejos (con piernas y brazos sobre él).

Domingo de juego. Nintendo GUI (Wi, Wii). La tecnología del movimiento a distancia que ocupó largas horas el día. Yo juego y mi amorcito me observa con curiosidad, él juega y yo no dejo de enviarle piropos, por lo guapo. Noche de amor. El cansancio de las actividades del día (juego) me dejan en estado catatónico, y me duermo temprano. No hay caso. Cuando me llega la hora, no hay como revertir lo que se viene. No hay forma posible de hacerme reaccionar.

Lunes de familia. De comer cosas ricas. De regalonear con mi amorcito.

Creo que el martes merece ser feriado. Y que Dios se equivocó al hacer que la semana tuviese siete días. Creo que le faltó un asesor. Yo le hubiese enseñado lo conveniente de una semana de seis días. Con tres de trabajo (con una jornada de 6 horas) y tres de descanso.

Creo que esa formula nos mantendría jóvenes, ágiles, alegres, descansados. Creo que esa era una buena combinación.

Buen balance de estos tres días libres. Lo único que me deprime es la sensación de que no me quedó tiempo para hacer esas cosas (de poco esfuerzo), que tanto me gustan. Se viene el martes, el trabajo, el gimnasio (por necesidad, más que por gusto). Se vienen cinco días de trabajo... Definitivamente pienso que 3 *3 era perfecto. Pero bueno, nadie es perfecto.